(documento matriz presentado en el ampliado del 22 de Octubre)
Este 2011 sin duda alguna marca
un punto de inflexión considerable en el desarrollo de las luchas populares.
Durante este año hemos sido testigos y también protagonistas del lento pero
animoso despertar del pueblo chileno tras décadas de letargo, desmovilización y
apatía. Distintos movimientos y actores sociales se han dado cita en la arena
de la protesta social, aportando con su creatividad e ímpetu movilizador al desarrollo de un
emergente escenario de apertura en las luchas populares. Las protestas ciudadanas
en Magallanes, el movimiento de defensa de la Patagonia y movimientos
ambientalistas, grupos de disidencia sexual, trabajadores subcontratados y el
movimiento estudiantil han formado parte del elenco que con su acción van
construyendo el camino de este despertar.
Sin embargo y a pesar de un contexto social proclive al ascenso y
dinamización del descontento social,
este año hemos sido testigos de la incapacidad de la articulación social de los distintos
movimientos sociales a través de la construcción de una propuesta más clara que reúna las distintitas inquietudes de cada
movimiento en torno a objetivos comunes, que se dote de herramientas de
organización, toma de decisiones y de movilización efectivas, y que permita
construir desde la misma experiencia social de lucha y movilización una
alternativa social con perspectiva estratégica, democrática y movilizadora del
campo popular.
En ese marco de apertura y
ascenso de la conflictividad social, el movimiento estudiantil ha tenido un rol
importante al dinamizar el descontento de amplios sectores sociales víctimas de
los estragos de las políticas neoliberales en materia de derechos sociales implementadas durante la
década de los 80’ y profundizadas por
los gobiernos de la transición concertacionista. Las demandas de la gratuidad y
fortalecimiento de la Educación Pública y de calidad, fin al lucro y a la banca
privada en los beneficios estudiantiles,
el libre acceso y la democratización de la gestión institucional se han
instalado en el sentido común de los chilenos y el amplio apoyo concitados por
el movimiento así lo ratifica (cerca de un 89% según la encuesta CERC),
desplazando la responsabilidad de los estragos del modelo directamente sobre la
institucionalidad vigente (Constitución) y la clase política que administra (22
% aprobación presidente;11% aprobación de la oposición. CERC) los intereses de
la clase empresarial criolla y transnacional.
El desarrollo del conflicto
estudiantil ha puesto en evidencia los intereses reales de los actores en la contienda, su
correlación de fuerzas y los límites y recursos a su disposición. Seamos más claros, hoy por
hoy en la coyuntura actual la falta de
coherencia por parte del movimiento estudiantil, la falta de claridad política
de largo aliento y la incapacidad crónica de articularse con los sectores
productivos y la diversas de actores que componen el campo de lo popular han
sido cuestiones fundamentales que dificultan una proyección de la actual
coyuntura en un proceso mayor de rearme y movilización del campo popular. Si bien desde los sectores más decididos y
radicales se han desarrollado apuestas de organización social (como los
Congresos Sociales de Educación), la falta de mayores iniciativas coordinadas
en ese plano ha dificultado la construcción de una alternativa más efectiva y
mayoritaria tanto a nivel de la sociedad como de nuestra misma universidad.
A nivel de nuestra Universidad
durante este año pudimos constatar cómo las fuerzas políticas más tradicionales
y con presencia en las direcciones de la federación, “Creando Izquierda”
(Colectivo arrebol, U social e Izquierda Autónoma) e "Izquierda Construye" (JJ.CC
y Nueva Izquierda Universitaria), pese a poseer la iniciativa política y la
infraestructura necesaria no apostaron a
desarrollar una política más decidida de vinculación con el mundo social y los
trabajadores, que hubiese al menos intentado revertir la correlación de fuerzas
desfavorables del movimiento estudiantil a la hora de imponer los pisos intransables
de negociación, revertir la dispersión
del movimiento estudiantil entre estudiantes secundarios (ACES y CONES) y
universitarios (CONFECH y estudiantes de privadas), lo que hubiese favorecido
una resolución más expedita de este
conflicto. Pero también fuimos testigos
de cómo hacia la interna de nuestra federación la sobrerrepresentación en la
toma de decisiones de la mesa directiva en momentos críticos (Votación del
Plebiscito) y la ausencia de un Programa
o Proyecto de Universidad que cobrase sentido para el conjunto de los
estudiantes nos enrostró lo peor la politiquería universitaria.
Es por todos estos motivos que un
sector importante de la Universidad de Chile identificado con una izquierda
radical (antiburocrática, democrática y social), hemos decidido darnos cita en
un encuentro público y amplio para discutir de estas y otras cosas. Hemos
decidido asumir la responsabilidad histórica de dar continuidad a esta
coyuntura de movilización en un movimiento
estudiantil de largo aliento, más claro, consciente y decidido que avance
en el fortalecimiento y democratización
de las herramientas de movilización (organizaciones de base, federaciones y
CONFECH), en la construcción de un Proyecto
o Programa de Universidad que de la
mano de un Proyecto Educativo
construido por los actores sociales mismos, permita construir una alternativa
estudiantil vinculada con las luchas populares y comprometida con la
construcción de una nueva sociedad más justa, libre, soberana, democrática y
promotora del cambio social que hoy tanto necesitamos.
A esto te invitamos para que
podamos entre todos compartir diagnósticos sobre este movimiento, sus aciertos
y falencias, a debatir en torno a sus proyecciones y a evaluar la pertinencia
de construir un Programa de Universidad que nos permita profundizar tanto hacia
la interna de nuestra universidad y facultades y hacia la externa con la sociedad, el horizonte de una
Educación Pública Gratuita, democrática y justa comprometida y promotora del
cambio social.
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