Sabemos que una marcha no va a cambiar las cosas, pero que esto no nos importe, nuestra tarea va más allá del mero salir a marchar. Debemos aspirar a la construcción de poder estudiantil y la primera manera de hacerlo es participando en todo aquello donde podamos en nuestros propios territorios; en las asambleas de nuestras carreras, discutiendo en los patios, haciéndonos cargo de la coyuntura y no sólo sentándonos a escuchar y aprobar lo que dicen los iluminados de turno.
Lo que necesitamos para lograr avances cualitativamente relevantes no son maquillajes del sistema, sino que cambios de fondo, estructurales. Frente a esto sabemos que no hay voluntad política de NADIE dentro del esferas tradicionales (y esto incluye, por cierto, a
Más de alguno debe preguntarse ¿Y qué tiene que ver la crisis con nosotros, los estudiantes? ¿Qué tenemos que hacer acá? Nada pues le dirían algunos a los estudiantes despistados. Pero para nosotros sí tiene que ver, y mucho: los estudiantes somos actores de transformación y no debemos alejarnos del espacio social esperando que todo se decida a puertas cerradas y sin nosotros. Somos sujetos sometidos a un sistema que no cambiará hasta que con nuestras manos hagamos caer sus cimientos y no valdrá de nada nuestro descontento si no lo transformamos en poder, poder construido desde nuestros territorios en la universidad, en las calles y barrios fuera de ella.
Nuestro llamado es a exigir el paro en nuestros territorios y carreras, a marchar, hacernos escuchar y a mantenernos despiertos para que no nos engañen los que quieren mantener todo igual. Debemos superar las estructuras autoritarias con el poder surgido de las bases. Que nadie decida por nosotros, que nadie se arrogue la facultad de decidir por todos.
¡Porque el modelo no cederá! ¡Avanzar en la lucha popular!
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