1°.
de Mayo. Día del trabajador y de lucha para el
Movimiento Popular.
Pocos
son los que conocen el origen del 1º de Mayo. La elección de esa
fecha para conmemorar el día del trabajador no es casual, sino que
responde a un intento por legitimar la memoria de cuatro obreros de
militancia anarquista condenados a muerte en 1886, en el contexto de
un juicio injusto que solo buscaba perseguir políticamente a los
sectores que lideraron un formidable proceso de lucha en Estados
Unidos, cuyo objetivo fue la obtención de la jornada laboral de 8
horas.
La
historia de los pueblos de Chile y del mundo esta plagada de ejemplos
similares, en la que los sectores más postergados han pagado incluso
con su vida, cada uno de los derechos que los poderosos de siempre
finalmente han accedido a entregar. Sin embargo, lamentablemente en
nuestro país, buena parte de las reivindicaciones sociales ganadas
tras décadas de lucha y sacrificio fueron borradas de un plumazo en
la dictadura.
Actualmente,
las leyes que rigen las relaciones entre los trabajadores y los
empresarios, configuran un mundo laboral marcado por la inestabilidad
del empleo, la subcontratación y la ausencia de herramientas legales
que les permitan a los trabajadores exigir mejores condiciones
laborales.
Lo
anterior implica que pese a lo que muestran las cifras de desempleo,
las condiciones para ganarse el pan en Chile son precarias. Un gran
número de trabajadores se encuentra contratado por periodos cortos
sin seguridad en el largo plazo, otro tanto gana menos plata y tiene
menos beneficios haciendo la misma pega, producto de la
externalización de servicios y la subcontratación y finalmente, si
los trabajadores buscan mecanismos legales para defenderse, las leyes
favorecen a los empresarios ya que entre otras cosas, desincentivan
la sindicalización ya que se prohíben los espacios de negociación
colectiva que incorporen a múltiples sindicatos de una misma gran
empresa o rama productiva. Si a esto le sumamos las enormes ganancias
que sacan las AFPs entregando jubilaciones miserables luego de
especular con las cotizaciones, el panorama resulta desalentador.
Seguramente
la cosa hubiese reventado hace rato si no fuese porque existe la
falsa sensación de que el modelo neoliberal nos entrega un estándar
de vida aceptable. Tal espejismo responde a la masificación del
crédito, ya que pese a que objetivamente los sueldos no alcanzan y
existen pocas posibilidades de ascenso social, todo el mundo puede
endeudarse y adquirir múltiples objetos de consumo. Hasta las
compras del super ahora se pagan en cuotas...
Un
vínculo necesario
A
estas alturas, muchos se preguntaran que tiene que ver todo lo
anterior con nuestra realidad de estudiantes.
Lo
primero a considerar,
es que los trabajadores constituyen la mayoría
del país1.
De ahí que muchos de nosotros somos hijos/as de trabajadores y
compartimos esa realidad de inseguridad, sobreendeudamiento y
frustración en la que se encuentra la mayoría de la masa laboral.
Tampoco
podemos olvidar que cuando egresemos, también seremos trabajadores.
Si bien es cierto que por nuestro mayor nivel de “calificación”,
secundario a nuestra formación profesional que nos permitirá
acceder en general a mejores condiciones laborales2,
de igual forma venderemos nuestra fuerza de trabajo a un empleador,
sea este estatal o privado.
No
obstante, el punto
medular se encuentra en las problemáticas de fondo que subyacen a
las reivindicaciones por las cuales nos hemos movilizado durante los
últimos años. El
sobre-endeudamiento al que nos vemos obligados para estudiar, la
educación entendida como mercancía y no como Derecho Social y
nuestra formación al interior de un sistema educacional fragmentado
socialmente, cuyo objetivo es la creación de mano de obra con
diversos niveles de calificación que responda a las necesidades del
modelo económico actual, constituyen una misma telaraña que busca
agrandar los bolsillos de un reducido número de empresarios y
políticos. Ni las cifras manoseadas que orgullosos muestran los
gobiernos de turno pueden ocultarlo: pese a que en Chile ya van dos
décadas de crecimiento económico sostenido, la distribución de la
torta empeora.
Y
la cosa no termina ahí. La experiencia acumulada al calor de las
grandes movilizaciones que hemos protagonizado, nos confirma que
existe un solo camino si queremos concretar los sueños que nos
inspiran a salir a las calles: la unidad desde abajo con todos los
sectores del movimiento popular en Chile, que poco a poco se
organizan y se fortalecen, donde el movimiento popular en lucha tengo
un rol protagónico en la construcción de sus alternativas
políticas. No basta con que la mayoría de la población esté de
acuerdo con nuestras demandas. Nuestra apuesta debe ser traducir
dichos niveles de apoyo en fuerza social organizada con capacidad de
disputar luchando, cada una de las transformaciones profundas e
indispensables para construir la sociedad que anhelamos.
En
ese contexto es que extendemos nuestra invitación, no solo a
conmemorar un nuevo primero de mayo, sino que a forjar desde la
cotidianidad, un entramado solidario con el conjunto de los
trabajadores con los que compartimos en los pasillos de la facultad y
en los distintos espacios laborales en los que trabajamos, paso
embrionario en la construcción de un pueblo fuerte comprometido con
la transformación social.
Porque el modelo no cederá, con Unidad a Construir Poder Popular
¡¡Arriba los y las que Luchan!!
1
Más del 70 % de la población activa en Chile
son trabajadores asalariados, el 20% corresponde a
trabajadores
independientes y solo un 3% de la población son grandes
empresarios.
2 Tal situación podría cambiar en el mediano plazo, en el contexto del aumento explosivo en la oferta de
profesionales de la salud secundario al crecimiento de las
universidades privadas.
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